Cada año se diagnostican en España unos 1.800 nuevos casos de esclerosis múltiple, una enfermedad neurológica crónica que afecta sobre todo a personas entre los 20 y 40 años de edad, según datos facilitados por la Sociedad Española de Neurología (SEN) con motivo de la celebración este lunes del Día Mundial de la Esclerosis Múltiple.
Según datos de la SEN, la esclerosis múltiple es la segunda causa de discapacidad entre los jóvenes españoles después de los accidentes de tráfico. Además, afecta a unas 47.000 personas en España, a 700.000 en Europa y a 2,5 millones en todo el mundo.
Los últimos estudios epidemiológicos advierten de que en las últimas dos décadas se ha duplicado el número de pacientes con esclerosis múltiple. Según subrayó esta sociedad científica en una nota informativa, tanto la incidencia como la prevalencia de la enfermedad han aumentado no solo debido a una mejora en el conocimiento de la enfermedad y en las técnicas diagnósticas, sino también debido a factores ambientales y de estilo de vida que parecen favorecer la aparición de la enfermedad e influir en su pronóstico, como el tabaquismo, el déficit de vitamina D, la exposición a la luz solar o el cambio de dieta, entre otros.
A este respecto, la coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la SEN, la doctora Ester Moral, afirmó que “aún no podemos determinar cuál es la causa que origina esta enfermedad, pero está claro que las últimas investigaciones apuntan a una concurrencia tanto de factores genéticos como ambientales (entre otros) por los que el sistema defensivo del organismo de ciertas personas acaba produciendo esta patología”.
Además, “su correcto diagnóstico exige la realización de una buena historia clínica, una exploración física detallada y la utilización de exploraciones complementarias, fundamentalmente, la resonancia magnética, que permite un diagnóstico relativamente temprano en un gran número de casos. Aun así, el retraso medio en el diagnóstico y tratamiento de la esclerosis múltiple es de entre uno y dos años, algo en lo que tenemos que seguir mejorando, ya que la utilización temprana y adecuada de los recursos terapéuticos disponibles es un factor esencial para mejorar el pronóstico de los pacientes”, añadió.
Los síntomas sensitivos y visuales son los más frecuentes de esta enfermedad en su fase inicial, como hormigueos o adormecimiento de uno o más miembros, o pérdida de agudeza visual, que están presentes en el 50-53% de los casos. Cuando la enfermedad está avanzada o es de carácter progresivo, suelen ser más habituales los síntomas motores, que se manifiestan en forma de debilidad sobre todo en las piernas y/o rigidez muscular, en el 40-45% de los casos.
En cuanto al tratamiento, la doctora Moral subrayó que “en los últimos años la aparición de nuevos fármacos capaces de modificar el curso de la enfermedad, unido a la utilización de otras medidas terapéuticas, no solo farmacológicas, sino también rehabilitadoras, quirúrgicas, etc., hacen que la evolución y pronóstico de la enfermedad haya experimentado un cambio radical y que muchos pacientes puedan llevar una vida normal con la enfermedad”.